lunes, 8 de junio de 2015

EL EVANGELIO DEL 8 DE JUNIO. LUNES DE LA SEMANA X


EVANGELIO
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Mateo 5, 1-12
COMENTARIO

Y acabó ya la versión jesuánica de Marcos y comenzamos con Mateo. Mateo es un “judío interesado” a quien le “interesa” su pueblo judío. Muchos detalles de su evangelio nos harán caer en la cuenta de este matiz un pelín “nacionalista”. No buscará tanto el “conflicto” como Marcos, pero también es verdad que, en ocasiones, no se cortará ni un pelo.

El texto de hoy, sobradamente conocido, de las Bienaventuranzas es un buen pórtico. Reconozco que es un texto muy “musical” pero de difícil explicación real. Bienaventurados…dichosos… no se qué palabra es mejor para traducir del original griego. A mí, la traducción que más me convence es la que utiliza la frase “tienen suerte”. Es provocadora…pero creo que es realista.

Jesús, obviamente, no “ve bien” el llanto, la miseria, la injusticia, la humillación…Buena parte de su vida fue una lucha “contra todo eso” y poniéndose al lado de quienes lo padecían. ¿A qué viene a decir entonces que “tienen suerte” todos ellos? Esta es la clave del texto.

Mateo, judío él, sabe de la “cultura” de su tiempo. La pobreza, el llanto, el sufrimiento eran calificados de “maldiciones” que venían de parte de Yahvé. Dios te “bendice” porque la vida te va bien; Dios te “maldice” si la vida te va mal.

En estas llega Jesús y dice que “tienen suerte” los pobres, los que sufren, los humillados, los perseguidos… o todo ese ejercito de personas expertos en actitudes más bien pasivas y de resistencia –los mansos, los pacíficos…-. 

Efectivamente, tienen suerte porque Jesús ha decidido “ponerse de su lado”. Jesús, el hombre por excelencia, ha decidido “derribar del trono a los poderosos” y “enaltecer a los humildes “ según dice el Magníficat. “Tienen suerte” toda esta “red de gente” porque Él se ha puesto de su lado. Los demás “se pierden a Jesús”. Así de explícito. Jesús ha decido correr la “buena aventura” – la “bella aventura”- de la vida con los “pacientes” de la historia.

El texto entonces se nos “revuelve a nosotros” porque siempre estará como instancia crítica de nuestras compañías y de nuestros “estilos de vida”. Y se nos revuelve porque el reto evangélico nos coloca en la tesitura de decidir, en el plano corto de nuestra vida, con quien “estamos corriendo nosotros la suerte” de esta “bella aventura que es la vida.

Difícil pregunta, comprometida respuesta, pero ineludible inquietud que cualifica la veracidad o el disimulo de nuestra experiencia religiosa. Claro…según este “molesto Mateo”.








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