lunes, 1 de junio de 2015

EL EVANGELIO DEL 1 DE JUNIO


EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: "Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia." Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?»
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.

Marcos 12, 1-12
COMENTARIO


Si el otro día, la higuera decíamos que representaba a la casta “erudita” judía (los escribas), hoy, como podemos comprobar, la viña representa al pueblo fiel judío. El texto en su contexto es bonito; Jesús se queja de que los “administradores” del judaísmo se aprovechan del pueblo para sus intereses hasta el punto de eliminar al heredero-cuidador definitivo de la viña, que no es otro sino Jesús de Nazaret, la nueva y definitiva “piedra angular”.

Hasta aquí, para nosotros, el texto nos resulta amigable; de buena gana nos ponemos de parte de Jesús e incluso podríamos sentirnos solidarios de su pena. Sumos sacerdotes, escribas y ancianos se convierten para nosotros en seres despreciables que no consintieron en entender el proyecto de Jesús.

¿Y ya está? ¿Hemos de acabar aquí con la interpretación? Pongámonos en “modo homilía” en intentemos ir un poco más allá. En el fondo la parábola es un alegato contra todas aquellas actitudes religiosas que rompen la convivencia, y contra todas esas maneras de ejercer el poder o el gobierno dentro de cualquier institución religiosa, que no favorecen los sentimientos de comunidad.

El texto es muy duro porque Jesus nos pone sobre aviso de que en cualquier institución religiosa, siempre hay alguien capaz de “secuestrar la verdad” en el nombre dios. En sociedades relativamente evolucionadas como la nuestra, las iglesias evidentemente no actúan con un despotismo trasnochado. Ahora bien, sería engañarnos no querer “detectar” los delicados mecanismos de manipulación y de poder que, consciente o inconscientemente, se nos pueden “colar” en nuestras prácticas habituales.

Yo creo que como Iglesia nos equivocamos cuando presentamos una doctrina “monocorde” sobre cuestiones que tiene que ver tanto con los sentimientos y la felicidad de las personas. La fortaleza de una institución eclesiástica no consiste, a mi juicio, en fijar una postura definitiva sobre algo; más bien al revés, la fortaleza de una institución adquiere más sentido cuanto más se esfuerza en comprender y en establecer mecanismos que sepan “ponerse en el lugar del otro”, que siente distinto a mi y que no viene, además, “a por mi” y “contra mi”, sino que sólo pretende vivir y ser feliz.

Hoy es bueno que quienes tenemos alguna responsabilidad en la iglesia nos cuestionemos si recurrimos fácilmente a la actitud de los “labradores” de la parábola, que sólo se les ocurrió abroncar y despedir a quienes sólo pretendan un poco del fruto de la viña.

Si es verdad eso de que “un plato de comida” no se le niega a nadie, ahora que estamos muy cerquita de la fiesta del Corpus, por lo menos no le neguemos a nadie el Pan de la Mesa de todos; Mesa que, por ser de todos, nadie la tiene en propiedad.



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