EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: - «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»
Juan 17, 11-19
COMENTARIO
La verdad es que este “Jesús”
del Evangelio de San Juan da la sensación de que lía mucho al que, por otra
parte, presentamos como ejemplo de sencillez y de humildad. ¿Cómo es posible
esto?...
Hoy el lio proviene de dos
afirmaciones, propias de San Juan, que en fin… ¿qué queréis que os diga?,
porque están en la Biblia y hay que justificarlas y “orarlas” que si no fuera
por eso mejor sería prescindir de ellas. O si no, a ver cómo explicamos
semejante galimatías aplicados a vosotros y a mí que somos los actuales
discípulos del Maestro de Galilea: “el
mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”…”
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.”
Bueno, entonces en qué
quedamos “¿somos del mundo o no?”. Y “si no somos del mundo”, pero “estamos
aquí” –creo- ,¿qué hacemos?. Lo dicho un lío.
Bueno, en San Juan todo tiene
su explicación; no se si convincente, pero explicación tiene. Perdonad la
disquisición lingüística de hoy, con permiso de los/las entendidos en la
materia. La palabra “mundo” viene del latín; dependiendo que venga de un
adjetivo o de un sustantivo significa una cosa u otra. Si es del adjetivo, significa
“limpio” (de ahí in-mundo –sucio), si es del sustantivo significa “universo”.
Existe otro significado que
es el que realmente “da lugar” al de “universo”. Efectivamente un “mundo” era
una especie de “joyero” grande (baúl) en el que se guardaba, con orden, los
objetos valiosos de una familia. Por eso “mundo” acaba significando “universo”,
por la forma cóncava que tenía dicho joyero (en forma de hueco) y que, según
los romanos, era la forma “ordenada” que tenía el universo.
Y diréis ¿a qué viene tanto
rollo? Pues no se muy bien, la verdad, pero para mi es la única manera de entender
el texto de hoy. Porque ciertamente, el texto no quiere decir que los cristianos
somos “ciudadanos especiales” cuya única obligación es “salir disparados” de
este mundo en cuanto podamos “hacia el “mundo definitivo” ya que aquí nos quieren
poco. Si así fuera ¡qué pasada!...¡cuánto habríamos dado por no haber(nos) nacido!
El texto es mucho “menos
espiritual”. San Juan ya sabe que los cristianos eran “ciudadanos incómodos” en
aquel imperio romano que tenía su “orden”, es decir su mundo (como si se
tratara de un “baulito” perfectamente estructurado). San Juan sabe que los cristianos
eran “personas peligrosas que ponían en cuestión el “orden” (mundo) de los
bien-aposentados romanos. Por eso dice “el
mundo los odia porque no son del mundo”, es decir porque no se pliegan a
los caprichos del emperador de turno
En el fondo San Juan pone en
labios de Jesús estás frase dando ánimos a los cristianos del siglo I que están
viendo ya que se los comen “por todas partes” porque anuncian un “mundo” (un
orden-un joyerito) alternativo. “Conságralos
en la verdad” –añade san Juan-, es decir, dales animo, que no desfallezcan
porque “lo tienen difícil pero no imposible”.
Por eso, el evangelio de hoy,
más que una llamada a “abandonar” este mundo cuanto antes es un intento de
decir(nos) a todos los cristianos de todos los tiempos que no bajemos la guardia
en el intento de “construir” otro mundo (otro orden), otra manera de entender
las relaciones personales, más acorde con el “proyecto de Jesús”.
De ahí que el “gran pecado”
–el gran error- es “des-apasionarte del día a día, dejar que se
instale en ti la indiferencia y la ideología de que da igual cualquier “orden”
en el que vivamos. No, el cristiano no puede vivir des-comprometido, la gran
tarea la indicó Jesús: “por ellos me consagro
yo para que también se consagren ellos en la verdad”.
Perdonad la extensión de hoy
pero es que San Juan es mucho San Juan. De nuevo, ánimo, ¡ya queda poco!
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