lunes, 20 de abril de 2015

EL EVANGELIO DE HOY, LUNES 20 DE ABRIL


EVANGELIO
Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no habla habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: - «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?» Jesús les contestó: - «Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.» Ellos le preguntaron: - «Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?» Respondió Jesús: - «La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.»

Juan   6, 22-29

COMENTARIO


Os lo confieso… me iba a tomar vacaciones esta semana. El “discurso del pan de Vida” (y en general todos los “discursos” que aparecen en el Evangelio de San Juan) me dan mucha “pereza creyente”. 

Ya San Juan tuvo que hablar en aquel tiempo para gente que, además de buscar respuestas, se hacía preguntas… y aparentemente lo complicó todo un poco. …O no…, depende del lugar en el que nos situemos.

Lo cierto es que a nuestro señor Jesucristo no le iban las “marcas blancas”. ¿Recordáis el agua de la Samaritana?...Agua que quita la sed “para siempre”. ¡Toma ya!. Recordáis el vino de las bodas de Caná…¡nada de garrafón! El mejor vino para el final. 

Y faltaba el pan: no le vale ni el pre-cocido, el post- congelado o el de molde. No señor, Jesús parece ofrecer una pan (alimento) “que perdura para la vida eterna”. Es difícil esto… eh!

Y así pasa…que en una sociedad en la que el agua, luego a luego, tendrá su versión “light”, y el pan de “matriz gasolinera” acabará imponiéndose, la religión o “institucionaliza” una versión light o desaparece. 

Por eso, cada vez más podemos estar cayendo en la tentación de “ofrecer” una religión indolora, desencarnada o de “aplauso facilón” no para “fortalecer la rodillas vacilantes” (como dice el profeta) sino para endiosar la figura del líder de turno, light, por supuesto, pero “molón”.

Echándole un poquito de imaginación ésa es la problemática del evangelio de hoy. Da la sensación de que el “triunfo” sociológico de Jesús contrasta con el momento depresivo de su persona que nos ofrece el texto de esta mañana. Los discípulos buscando al líder, y el líder solo, pensando: “¿por qué me sigue esta gente?: por que tiene lleno el estómago o por que anhela un sentido para su vida?”.

O dicho con otras palabras: “¿me siguen porque les intereso para saciar su estómago o porque les resulta interesante mi manera de vivir?”: “os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”. En mi vida he visto crítica más dura a lo que sociológicamente llamamos en nuestro tiempo esto de “religión light” o “religión a la carta”, es decir, a la medida de lo que a mí me da la gana (perdón por la dureza de la expresión).

Ciertamente el evangelio de hoy debió dejar desconcertados a los que iban detrás de Jesús. De ahí su inquietante pregunta: “¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?” . De hecho,  hoy, podríamos preguntarnos por las demandas religiosas que personalmente tenemos cada uno de nosotros. 

En unos parámetros culturales y eclesiales como los nuestros en los que se ensalza la pobreza y sencillez evangélica hasta el extremo, pero en las que tampoco se repara en gastos a la hora de valorar ciertas costumbres tradicionales relacionadas con la religiosidad  popular, tendremos que preguntarnos qué religión “nos llena” y qué causa nos compromete.


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