martes, 7 de abril de 2015

EL EVANGELIO DE HOY, 7 DE ABRIL




EVANGELIO
“En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les contesta: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré. Jesús le dice: ¡María! Ella se vuelve y le dice: ¡Rabboni!, que significa: ¡Maestro! Jesús le dice: Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro. María Magdalena fue y anunció a los discípulos: He visto al Señor y ha dicho esto”.

Juan   20, 11-18

COMENTARIO


Me reconozco un “apasionado” de los textos bíblicos en los que aparecen los “testimonios” del Resucitado. Y esta semana los evangelios nos permiten aproximarnos con tranquilidad a las experiencias que tuvo la primitiva comunidad cristiana con el Resucitado. Como siempre María Magdalena, adelantándose a todos, nos muestra este primer encuentro.



El encuentro es ridículo (con perdón), valorándolo desde el punto de vista de una crónica periodística. O dicho de otro modo, si los evangelios fueran escritos al estilo de crónicas periodísticas, este “encuentro” no tendría ni pies ni cabeza sobre todo por dos motivos.



En primer lugar: ¡qué cuajo el de Magdalena confundiendo a Jesús con el “hortelano”! Imperdonable. Imaginaos que nos pasa a uno de nosotros esto; imagino que toda la cúpula eclesial del momento nos tildaría de insensibles frente a lo divino propio de una cultura que ha perdido las referencias religiosas. En segundo lugar: ¡qué cuajo el de nuestro Señor que encima se pone estupendo! (con perdón); “noli me tangere” –le dijo, es decir, “ni se te ocurra tocarme”. ¡Válgame!

Todo esto tiene que tener una explicación relativamente razonable. Vamos allá. Probablemente, la primitiva comunidad cristiana tuvo los mismos problemas que nosotros para ver-sentir al Resucitado. Todos los encuentros de los discípulos y discípulas son “confusos”; todos los encuentros tienen una “dificultad” de percepción. La primitiva comunidad es muy “honrada” y “novela”, de algún modo, estos encuentros. Lo que está claro es que aquella primitiva comunidad sintió vivo a Jesús; ¿cómo?, pues… no lo sabemos; cada uno tuvo su experiencia tal y como veremos esta semana. Cada discípulo nos aporta una “pista” interesante.

Magdalena nos aporta dos de estas “pistas”. En primer lugar la “confusión”, o la ambigüedad. Nos gustaría que “lo divino” fuera evidente, pero no lo es, es ambiguo; el claroscuro de la historia nos acompaña siempre; en ocasiones “lo divino” es identificable a nuestro alrededor, pero en otras ocasiones se nos oscurece bajo la imagen del “hortelano”.

En segundo lugar: nadie puede apropiarse de Dios. El “noli me tangere” –no me toques-, significa que ningún lenguaje, ninguna institución, ningún “iluminado” puede decir Dios es “esto” y no “esto otro”. A Dios nos “aproximamos”, es decir nos a-pro-jimamos (nos hacemos prójimos de él); de Dios no nos podemos adueñar.

PD: Os remito al comentario que hicimos el 22 de julio, fiesta Santa María Magdalena, sobre el mismo evangelio.



Hoy y mañana os remitiré a dos folletos sobre el tema de la Resurrección que en su día vimos en la Escuela Bíblica

⏏RESURRECCIÓN 1







No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu opinión.