EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»
Mateo 5, 17-19
COMENTARIO
El texto del evangelio de hoy es el
típico que podemos utilizar para justificar casi todo lo que queramos. Me
explico. Hay un cristianismo respetable que a lo largo de la historia se ha
caracterizado por su legalismo; ser cristiano o no, para esta manera de vivir
la fe, consistiría en vivir conforme a las legislaciones “canónicas” que la
santa madre iglesia ha ido ofreciendo a lo largo de su historia; adecuarnos a
la legislación es signo de fidelidad a la iglesia; las leyes nos permiten saber
qué es pecado o no, cuantas veces hay que confesar al año, cuántas veces hay que
comulgar cuantas, cuántas cuántas …
Y hay otro cristianismo respetable “liberado
de la ley”, es decir, un cristianismo que más allá de lo canónicamente mandado
u obligado busca más el sentido de lo que se cree y la identificación con lo
que se cree.
Cuando leemos el evangelio de hoy los primeros
dicen: “¡ves, Jesús dice que hay que cumplir hasta la última tilde de la ley;
en su caso la ley judía, en el nuestro, la católica.” Sin embargo, los segundos
dicen: “el cumplimiento de la ley al que se refiere Jesús no es un cumplimiento
externo de la ley sino que es, como diría san pablo el descubrimiento de la ley
plena, que no es otra que el amor porque “el amor es la plenitud de la ley”.
Y en palabras de San Agustín, “el que ama ya ha cumplido toda la ley”. Por
tanto, una ley que no se vive con convicción, una ley que no se interioriza,
una ley que no se convierte en vocación y en proyecto de vida, carece de
sentido.
¿Quién lleva razón? Bueno… razón...razón, lo que
se dice razón… yo no me atrevo a discernirlo. Desde mi experiencia , hay
personas que viven un “cristianismo legalista”, bien por tradición, bien porque
han vertebrado así su fe y les va bien. Creo que esta opción es respetable. En
el fondo todos nosotros hacemos todos los días muchas cosas simplemente porque
lo mandan los cánones culturales del momento: nos ponemos trajes en las bodas,
vivimos por el día y dormimos (poco) por la noche, mimetizamos comportamientos
estereotipados a través de los medios de comunicación…; es decir, casi todo el
mundo de un modo conscientemente inconsciente nos amoldamos a un patrón vital.
¿Lo hacemos por obligación? Yo creo que no. Lo hacemos porque vivimos en
sociedad. No falta quien habla de la “tiranía de las modas” y de “los dulces
encantos de las esclavitudes sociales”. En este sentido no voy a volver a
repetir mi teoría sobre come sucumbimos ante las modas a la hora de elegir unas
gafas de sol u otras.
Ahora bien, yo, en materia de fe, creo que
me adhiero a los que piensan que cuando Jesús hablaba del cumplimiento de la
ley, lo que estaba proponiendo era una “interiorización” de la ley. Dicho con
otras palabras. Cumples la ley no cuando la respetas externamente, sino cuando
la acoges con convicción y la pones en práctica con pasión.
Si la santa madre iglesia, en unos de sus
mandamientos sostiene que hay que ir a misa todos los domingos y fiestas de
guardar, esa ley se cumple no cuando vas a misa “por obligación” sino cuando,
ineriorizando el consejo, te planteas el sentido que tiene y actúas interiormente con convicción. En ese proceso de interiorización la ley se hace plena para ti,
e incluso se transforma en otra distintas, más exigente. El cumplimiento
externo (por obligación) pervierte la ley; la convicción interna la dignifica.
Este ejercicio lo hizo el propio Jesús ,
¿recordáis?: “se os ha dicho, no matarás, pero yo os digo, todo el que llame a un hermano imbécil será procesado”.
Una ley interiorizada es mucho más exigente que el cumplimiento externo de la misma.
Una ley interiorizada es mucho más exigente que el cumplimiento externo de la misma.
Trabajo tenemos para interiorizarla. ¡Buena aventura y no nos desesperemos por el camino!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu opinión.