LA MUERTE
EN LA SOCIEDAD CAPITALISTA
En la antigua
sociedad religiosa, la muerte habitaba en su interior, formaba parte de las vidas
y las fiestas, se encarnaba en objetos y detalles del hogar, residía en las
oraciones, las conversaciones y las costumbres Hoy, por el contario, en una
sociedad laica y consumidora, la vivencia de la muerte genera una anomalía que
perjudica la integración con el conjunto de los demás.
Los
muertos no existen ni para bien m para mal Han desaparecido casi por entero, y
lo que de ellos queda, en creciente mengua, es la traumática huella de haberles
contemplado como injustas víctimas de un virus o de un azar.
Así, cada
día más, la muerte, como el resto de los fenómenos en la cultura del cambio
súbito, no acaece como efecto de un proceso y mucho menos de un proceso
«vital».
Lo vital
es lo vital, no la finalidad de nada sino el motor de la vida De este modo, sin
ninguna articulación histórica o biográfica, la muerte nos explota como un acto
terrorista, sin significación, sin convalidación, sin prestigio Morirse es tan
sólo una calamidad.
Vicente Verdú,
Yo y tú, objetos de lujo,
Barcelona, 2011, p.52-53
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu opinión.