En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
Lucas 19, 1-10
COMENTARIO
Os aconsejo hoy los dos comentarios
rigurosos que os ofrecemos al final del texto. Más que nada porque el que sigue
a continuación, surge especialmente de la espontaneidad de esta mañana del
martes que se presenta escasa de tiempo y de posibilidad de meditación. Y ya
sabemos lo que pasa cuando el tiempo es corto y apremiante…. Uno se pone
apocalíptico y es capaz de decir “tonterías de nivel”.
El texto de hoy me parece tremendamente
simbólico y especialmente sembrado de sentido para cualquier tiempo y lugar de nuestra
comunidad eclesial. La “escasa estatura” de Zaqueo, la “higuera”, y la foto
fija que nos ofrece el evangelio –“Jesús
invitando a comer a un hombre que está subido a una higuera”-, tiene
todos los ingredientes para mostrar una historia de suspense y conspiración.
¿Qué significa este escenario?
Todo cuadra. La higuera, ya lo dijimos en
otra ocasión, es signo de la “casta” judía del momento (perdón por usar la
palabra de moda). Representa a la elite intelectual judía: escribas que enseñan
(porque presuntamente saben) las sagradas escrituras. Solían colocarse bajo las
higueras porque sus anchas hojas daban buena sombra, y allí creaban semillas de
escuelas rabínicas. Debían ser las escuelas de teología privadas del momento.
La “escasa estatura” de Zaqueo era algo
más que el mito sobre la importancia o no del tamaño. “Escasa estatura” hace
referencia a la poca o nula calidad moral de quienes vivían aprovechándose de
los demás, utilizando para ello su oficio de recaudador. Y lo que es peor, la
gente como Zaqueo debía estar a buenas con dos bandos, con los buenos y los
malos, los oprimidos y los opresores, es decir con los judíos a quienes les cobraban
los impuestos perdonándoles la vida, y con los romanos para quienes hacían de
recaudadores rindiéndoles la pleitesía exigida, que no era otra más que la del
dinero. Por cierto, Zaqueo era consciente de su “escasa estatura”, sabía que
era pequeño, y que desde su posición , hoy diríamos desde su universo de
valores, era muy difícil si quiera ver a lo lejos al maestro de Galilea.
Y la foto fija; o lo que es lo mismo, un hombre
que decide romper dos límites. Zaqueo sabía que tenía que hacer una
“doble elevación”. En primer lugar sobre sí mismo. Con tan “baja estatura” era
difícil poder conocer aquello que podía dar sentido a la vida. Cae en la cuenta
de que tiene que “elevar” su tono vital, tiene que crecer, tiene que superar el
límite de su interés (la recaudación) y descubrir algo más (la persona que pasa
cada día ante ti) que es algo más que un objeto de negocio. Y una “segunda
elevación”: tiene que estar por “encima” de la institucionalidad judía (la
higuera). Por eso se sube. Las instituciones ayudan a mantener las tradiciones,
pero también pueden petrificarlas de tal modo que hagan irreconocibles la
fuente de las que surgen. Y eso le pasaba al judaísmo dominante en tiempos de
Jesús: estaba descompuesto. Zaqueo pensaría: o paso por encima de él, o me
pierdo lo más importante. Y se subió. Y entonces, se produce el encuentro.
La nueva enseñanza ya no se produce bajo
la higuera, sino en la propia casa del Zaqueo (en casa del enemigo a batir, por
cierto) y en torno a una comida que prepara (consagra) el propio Zaqueo y a la
que lógicamente está invitado antes de su propia conversión (“mira, la mitad de
mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le
restituiré cuatro veces más”)
Me viene a la cabeza la famosa frase del
Papa Francisco: “la Eucaristía (participar de la comunión en la misa) no es un
premio para los perfectos, sino un generoso remedio y alimento para los
débiles”.
O la de San Cirilo de Alejandría: «Me he examinado y me he reconocido indigno. A los
que así hablan les digo: ¿y cuándo seréis dignos? ¿Cuándo os presentaréis
entonces ante Cristo? Y si vuestros pecados os impiden acercaros y si nunca
vais a dejar de caer –¿quién conoce
sus delitos?, dice el salmo–, ¿os quedaréis sin participar de la
santificación que vivifica para la eternidad?».
O la de San Ambrosio: «Tengo que recibirle siempre, para que siempre
perdone mis pecados. Si peco continuamente, he de tener siempre un remedio”
Hoy tenemos tarea por delante. Descubrir
nuestras “pequeñas estaturas”, saber por encima de qué “higueras” hay que
estar, y detectar dónde podemos celebrar estas comidas reconciliadoras, capaces
de posibilitar el encuentro entre lo más bajo de la condición humana (Zaqueo) y
la más noble humanidad (Jesús)
Un comentario sobre Zaqueo y su fama y oficio, podéis leerlo aquí.Y también pulsando en este punto rojo de más abajo.
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