En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron:
- «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no? »
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
- «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto. »
Le presentaron un denario. Él les preguntó:
- «¿De quién son esta cara y esta inscripción?»
Le respondieron:
- «Del César.»
Entonces les replicó:
- «Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.»
- «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no? »
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
- «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto. »
Le presentaron un denario. Él les preguntó:
- «¿De quién son esta cara y esta inscripción?»
Le respondieron:
- «Del César.»
Entonces les replicó:
- «Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.»
Mateo 22, 15-21
COMENTARIO
“Al César lo que
es del César y a Dios lo que es de Dios”…. O en lenguaje sencillo: “zapatero a
tus zapatos” –según reza el dicho popular. Tristemente ésta ha sido la
interpretación común de este evangelio en la línea del neo-liberalismo
económico tan de moda hoy y tan contrario, por otra parte, al pensamiento social
de la iglesia católica.
Quizás eso le
interese a nuestra cultura: una religión privatizada. ¿Qué qué es eso?... Pues
si … muy fácil. Una religión desvinculada de la vida real de las personas que
se ha hecho “pan de oro” en nuestros retablos, “tronos en nuestras hermandades”
o "mantos en nuestras vírgenes y cristos”. Una religión incapaz ya de decir una
palabra relativamente sensata para los hombres y mujeres de hoy y que solo se
dedica a rescatar, enmarcándolos y protegiéndolos, reliquias del pasado. Una
religión que se convierte en feria de tradiciones o entretenimiento ocasional.
Me resisto a
pensar que esta frase -“dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de
Dios”-, no sea más que eso. Yo creo que este dicho de Jesús va mucho más allá.
Quizás a lugares donde no nos atrevemos a ir (hablo por mi). Quizás Jesús intentara decir a quienes le
escuchaban o le ponían trampas, que por muy “augusta divinidad” con la que se presentara
el cesar en sus monedas nunca es equiparable a Dios. Y quizás, que por mucha
atracción y decisión que nos susciten “las monedas del impuesto” (el dinero),
nunca podemos sentir la tentación de
colocarlo en el lugar de Dios.
Las “monedas del
césar” sirven para sobrevivir pero no para dar sentido a la vida, y menos para
quitar el sentido a las personas arrebatándoles la posibilidad de vivir con dignidad. Y eso nos pasa, si somos
sinceros. Por “las monedas” nos defendemos, luchamos, nos hundimos, nos
peleamos. Por “las monedas” sufrimos, nos preocupamos …. Y por “las monedas”
matamos, si es necesario… y si no echemos una ojeada a nuestro mundo ahora que
dicen que estamos ya a las puertas de una ¿tercera? recesión.
Sólo Dios puede
dar sentido a la vida, o lo que es lo mismo en la versión del evangelio de
Juan: sólo el Amor puede dar sentido a la vida. No podemos equiparar a Dios y
al césar, no podemos poner en el mismo lugar al amor y al poder. Hay cosas que
son fundamento, y otras que son medios. Las “monedas” sólo son medios.
“Dad al césar lo
que es del césar y a Dios lo que es de Dios” no es apostar por una religión
privada, roma o cómica, cuando no rodeada de un brillo rancio que le da la
solera de su historia. Es más bien no consentir que el césar (el poder en sus
múltiples formas) ocupe el lugar que sólo le cabe a Dios. Es más bien, quizás
apostar por experiencia de fe que fecunde la vida de sentido fraterno y
comunitario aún a riesgo del que el “césar” se enfade.
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