© ONDA CERO. El Santoral de Genestal
Hoy celebran su onomástica quienes tengan por santo a:
San Heriberto, San Hilario de Aquilea, Santa Eusebia y San Julián de Anazarbo
San Heriberto
San Heriberto, uno de los prelados más distinguidos de la diócesis de Colonia, consagrado arzobispo en la Catedral de San Pedro de Colonia, y desde ese momento se dedicó infatigablemente a los deberes de su alta vocación.
Fue nombrado canciller del emperador Oton III. Los asuntos de Estado nunca le impidieron predicar y consolar a los enfermos y pobres, así como el actuar de pacificador en su diócesis. Le dolía no despreciar el esplendor externo que su alta posición pedía, pero bajo sus vestiduras bordadas de oro siempre usaba ropa vieja.
Sus altas rentas las dividía entre la Iglesia y los pobres, reservando para sí lo estrictamente indispensable. A menudo se escabullía para ir a ver a los enfermos y pobres a sus casas y hospitales, los consolaba y lavaba sus pies. Su ejemplo inspiró a muchos a hacer lo mismo.
Cuenta su leyenda que durante una gran sequía, organizó una procesión. Algunos de los presentes aseguraron haber visto una paloma blanca volar sobre la cabeza del santo durante la procesión. Al llegar a la iglesia de San Severino una lluvia torrencial cayó sobre la región, que así fue salvada del hambre. Organizó otra procesión alrededor de las murallas de la ciudad en la semana de Pascua para alejar las plagas y el hambre.
Extraña mezcla esta de política y religión y de políticos metidos a obispos u obispos a politicos. Aunque en este caso le salío bien a Heriberto. Pero Francis Bacon ya avisaba de que:
“Es muy difícil hacer compatibles la política y la religión.”
