Jesús dijo a sus discípulos: «Pedid y se os dará; buscad y
hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca,
halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al
hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una
serpiente? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros
hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los
que se las pidan!
«Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo
también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.
Mateo 7, 7-12
COMENTARIO
El texto juega con elementos opuestos. Frente a la bondad del
pan se opone la dureza de las piedras. Frente al pescado se opone la serpiente...
Los padres se alinean junto al pan y al pescado. Dios supera la bondad de estos
elementos materiales y la del amor paterno.
La serpiente era un animal que tenía muy mala prensa. En la más
remota antigüedad la serpiente era considerada como animal dañino que habita en
lo profundo de la tierra, en las regiones subterráneas y telúricas... Serpiente
fue el animal que tentó a Eva y Adán, acarreándoles la pérdida del Paraíso.
Serpientes eran los animales que castigaron la infidelidad del pueblo de Israel
en el desierto... La piedra simbolizó en multitud de ocasiones la dureza de
corazón del pueblo de Dios, insensible a los reclamos de Yavhé.
Frente a piedras y serpientes aparecen dos elementos positivos:
el pan y el pez. Para los primeros cristianos el pan y el pez era algo más que
dos buenos alimentos. El pan era símbolo del alimento necesario para vivir. Ya
en la antigua Babilonia tenía connotaciones espirituales y religiosas. Era
frecuente ver ofrendas de pan sobre los altares da Marduk (dios babilonio).
Sobre el suelo prehistórico de Israel se habían celebrado antiquísimos cultos
relacionados con el pan y los cereales. La palabra Be- lén, deriva en sus orígenes
más remotos de la palabra Bit-Lajama. (Casa de la Diosa Lájama). En las cuevas
de Belén se han hallado rastros arqueológicos de antiguos cultos a la Diosa Lájama,
divinidad de la vida, el cereal y el pan.
El pez era un alimento habitual en las poblaciones cercanas al
mar de Galilea. Se consumía preferentemente en salazón o ahumado. Asado y sobre
las brasas tan sólo lo consumían los pescadores cuando llegaban al amanecer de
faenar. Los primeros cristianos utilizaron el símbolo del pez para representar
a Cristo. Tiene un significado eucarístico, pues en el evangelio se habla de
multiplicación de panes y también de peces.
En las más antiguas catacumbas romanas existen anagramas que
representan a un pez (en griego: ixthys). Esta palabra griega se compone con
las iniciales de las palabras que forman la frase griega «Jesús-Cristo, hijo de
Dios, Salvador». La imagen de un pez resumía la fe de aquellos primeros cristianos.
El final del evangelio es desconcertante en la lógica del
relato. Al final el “pedid y se os dará” consiste en que “todo cuanto queráis
que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la
Ley y los Profetas