EVANGELIO
Exclamó Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es
llevadero y mi carga ligera».
COMENTARIO
La lectura de hoy invita a los cansados y agobiados a acercarse
a Jesús. Este breve pasaje del evangelio hace memoria de un texto de Isaías (40,
25-31). El texto del profeta fue escrito para levantar la moral del pueblo que
se hallaba en el Exilio: desanimado, cansado y agobiado... Añoran su tierra y
su patria. Han perdido toda esperanza y no se sienten con fuerzas para seguir
adelante. Pero Yahvé les invita a acercarse a Él, que «fortalece al cansado y
da energías al agobiado». El evangelio quiere mostrar que Jesús sigue
realizando las acciones que Dios hizo antaño en beneficio de su pueblo.
¿Quiénes eran los cansados y agobiados en tiempos de Jesús? En
el contexto del evangelio de Mateo son los pobres y los pequeños que se ven
obligados a soportar la inmensa carga de mandamientos y prescripciones impuesta
por los fariseos. La secta de los fariseos había añadido, a la Ley escrita en
la Torá, una serie de mandamientos generados por tradición a lo largo de la
historia. En lugar de simplificar los mandamientos, formularon unos 613
preceptos que hacían insoportable la práctica religiosa y el camino hacia Dios.
Jesús, en cambio, propone un estilo de creyente que libera a la conciencia de
tabús y presiones, para ponerse en manos del Padre que es un Dios de misericordia.
Todos andamos “cansados y agobiados” por el peso de la vida y
los problemas de cada día. Nos hemos sumergido en una sociedad presidida por
una sensación de constante aceleración y estrés. No tenemos tiempo para
aquellas cosas que serenan el espíritu. Pasamos velozmente sobre las cosas, los
acontecimientos y las personas, sin profundizar. Incluso preparamos la Navidad
con un sinfín de tareas que aceleran nuestro ritmo.
La Palabra de Dios viene hoy al encuentro de nuestros cansancios
invitándonos a una confianza sin límites y a vencer la tentación del desánimo.
Jesús no nos remite a técnicas de la serenidad y relajación. Nos invita a un
encuentro personal con Él.
Quedan pocos días. para la Navidad Pero aún estamos a tiempo de
profundizar las relaciones personales con quienes nos rodean; dedicándoles
nuestro tiempo, deteniendo la veloz carrera a la que nos vemos sometidos...
Diciendo a quienes viven a nuestro lado: Las cosas que me hacen ir deprisa son
importantes, pero tú persona es más importante... tan importante que me detengo
a tu lado para escucharte.
Otro modo de preparar la Navidad es hacer un paréntesis en las
múltiples actividades y destinar breves espacios a la oración, al encuentro con
un Dios que se hace presente en medio de nuestra vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu opinión.