EVANGELIO
Dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice «Señor,
Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi
Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica
se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la
lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la
casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha
estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio
que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron
los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente».
Mateo 7, 21.24-27
COMENTARIO
Jesús termina el Sermón de la Montaña pidiendo a sus discípulos
que pongan en práctica las palabras que ha proclamado. Jesús, conocedor
profundo del trabajo de la construcción, propone una imagen: Construir la vida
y la fe sobre «roca firme». Un buen símbolo para este Adviento recién iniciado.
La casa construida sobre «roca firme» hace referencia a un texto
del profeta Isaías. Construir una casa o una ciudad sobre «Roca Firme» era,
para el antiguo pueblo de Israel, un símbolo que les invitaba a cimentar la
vida sobre la fe en Dios.
El capítulo 26 del profeta Isaías nos presenta un poema en el
que aparecen estas dos imágenes:
Primera imagen: Existirá una ciudad fuerte, amurallada, a través
de cuyas puertas entrará un pueblo justo y pacífico que ha puesto su confianza
en Dios. De hecho la ciudad de Jerusalén, enclavada a casi 800 metros de
altura, está edificada sobre numerosos promontorios rocosos.
Segunda imagen: El Señor es como una «roca firme», sobre la cual
se levanta la ciudad, desde ella se otean los caminos por si viene el enemigo,
y contra la cual no hay vendaval ni inundación que valga.
«La roca» era una imagen muy interesante para las personas del
país de la Biblia: Permitía orientarse en el desierto, defenderse sobre ella de
los animales salvajes y de los perseguidores. A su sombra una persona se
resguardaba del castigo del sol, e incluso podría encontrar agua entre sus
grietas. Muchas ciudades, entre ellas Jerusalén, fueron construidas sobre
formaciones rocosas. Pero la «Roca Firme» es Yahvé. Dios es la Roca que no cede
nunca, sobre la cual se puede estar seguro.
El texto de hoy nos invita a construir la Navidad sobre los
valores de la fe; aquellos que permanecen a través del tiempo. La Navidad que
se nos ofrece desde los medios de comunicación se sustenta sobre arenas
inconsistentes del consumo y la alegría vacía. El Evangelio de hoy es una
invitación a centrarnos en el Señor.
El cristiano tiene la gozosa posibilidad diaria de construirse
sobre una personalidad sólida, sustentada en aquellas convicciones que dan
densidad a la vida. La Navidad puede ser un excelente tiempo para subrayar
algunos valores que contribuyen al crecimiento humano y cristiano. Pero una
Navidad de consumo también puede convertirse en tiempo vacío que en nada
contribuye a sustentar la vida en convicciones firmes.
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