JUEVES
EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a la
muchedumbre: «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la
cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se
descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga
oídos para oír, que oiga.»
Les dijo también: «Atención a lo
que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces.
Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que
tiene.»
Marcos 4, 21- 25
COMENTARIO
El evangelio de hoy recoge dos
frases de Jesús para construir dos sencillas y breves parábolas que son
enseñanza y orientación para los discípulos. Las casas de Cafarnaún estaban
construidas con piedras de basalto casi negras y paredes sin enlucir.
Resultaban muy oscuras. En la noche, la luz de una lámpara de aceite, colocada
en lo alto, era algo vital para poder distinguir cosas y personas en medio de
la oscuridad. En este contexto encajan las palabras de Jesús acerca de la luz:
Así como el candil se pone en lo alto para disipar las tinieblas, el discípulo
debe intensificar sus buenas obras para iluminar situaciones de sufrimiento y
dolor. «Vosotros sois la luz del mundo». Estáis llamados a ser luz que ilumina,
a vivir como el propio Jesús que fue «la luz del mundo».
La segunda frase hace alusión a
la medida. En las casas agrícolas de Palestina existían varios juegos de
medidas para calcular la cantidad de grano, de vino, aceite, agua... Estos
recipientes tenían diversas capacidades. Jesús hace referencia a ellos para
significar la misericordia a la hora de juzgar a los demás. Tal vez en las
primeras comunidades existían posturas excesivamente rígidas a la hora de
enjuiciar a los hermanos; críticas fuertes. Frente a posturas rigoristas el
evangelio apela al ejemplo de Jesús, siempre misericordioso y dispuesto a
ofrecer nuevas oportunidades a los pecadores.
Todos precisamos de misericordia.
El lenguaje de la predicación de Jesús no fue abstracto ni para intelectuales.
Utilizó comparaciones, proverbios, breves adivinanzas, para hacer que su
enseñanza nos calara hondo en el corazón y se convirtiera en parte de nuestra
vida. Por eso puede exclamar: ¡El que tenga oídos para oír que oiga!. Basta la
buena voluntad, basta querer entrar en diálogo con Jesús, aceptar su amistad,
su cercanía, para comprender a profundidad sus enseñanzas. Los niños, los
ignorantes, los enfermos, los pobres y los más humildes... todos podemos
entender sus palabras de vida.
El cristiano, siguiendo el texto
de hoy, es consciente de que su vida es luz para alumbrar a los demás. Debe
procurar que el aceite de su lámpara no se acabe. Constantemente busca una
formación que le permita seguir aportando luz. Al mismo tiempo «mide» a los
demás con misericordia y magnanimidad, consciente de que las personas somos
limitadas, y todas precisamos de comprensión. Ofrece siempre nuevas
oportunidades. Y todo ello con ese estilo sencillo y llano que utilizó Jesús de
Nazareth.
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