LUNES
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EVANGELIO
Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
EVANGELIO
Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
“¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a
acabar con nosotros? Sé quién eres: El
Santo de Dios”.
Jesús lo increpó:
“Cállate y sal de él”.
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió.
Todos se preguntaron estupefactos: “¿Qué es esto? Este
enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus
inmundos les manda y le obedecen”. Su fama se extendió en seguida
por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Marcos 1, 21-28
COMENTARIO
El texto de hoy presenta a Jesús enseñando de palabra y
de obra. A la enseñanza que Jesús ha pronunciado en la
Sinagoga le sigue la curación de un endemoniado. El
texto de hoy proclama que Jesús no sólo anunció el Reino de Dios de palabra,
sino que lo hizo efectivo con sus obras. Por ello se
admiran de su nueva forma de enseñar
con autoridad. Nos encontramos con el primero de los frecuentes enfrentamientos de
Jesús con el «demonio», que aparecen en
repetidas ocasiones a lo largo de actividad pública rela- tada en el evangelio de Marcos.
En el evangelio de
Marcos la presencia del «demonio» aparecerá en tres ocasiones: -
* primeramente,
en el afán de poder y éxito de Pedro que quiere desviar a Jesús del camino de su entrega generosa (Mc 8, 31-33);
*en los territorios extranjeros ocupados (Mc 5,1-20; 7,24-30), donde los demonios reciben el
mismo nombre que las tropas imperiales romanas de ocupación: Legión (Mc 5, 9);
* finalmente, como aquí, ligado al poder religioso judío
que, de la mano de escribas y fariseos, olvidaba la
misericordia y despreciaba a pobres, pecadores y excluidos.. A tenor de los textos en los que aparece, difícilmente podemos
identificar al «demonio» con un ser real. Se trata de la personificación del
mal y de la opresión...
En los tres casos la presencia del «demonio» se halla
ligada a la búsqueda del dominio y poder sobre los otros. Resulta paradójico ver como
algunos grupos minoritarios de cristianos se preocupan por otorgar carta de presencia física al «demonio», al tiempo que olvidan
denunciar las situaciones de dolor, sufrimiento y explotación... en
la que se hallan sumergidos cientos de millones de personas y niños.
Según el evangelio de Marcos la presencia del «demonio»,
se manifiesta en la búsqueda de poder,
existente en todos
los niveles de la vida social. Allí donde la persona humana domina a los demás,
se está rompiendo el deseo y el amor de Dios, que
nos quiere iguales, libres y solidarios.
La única forma de expulsar a los «demonios» es mostrar,
-como hizo Jesús-, un nuevo tipo de autoridad, y una nueva forma de relación
interpersonal en la que la entrega, la acogida, la misericordia... están por encima del dominio.
El cristiano tiene en sus manos la posibilidad de alejar
a los «demonios» del poder. ¿Cómo? Construyendo un tipo de
autoridad basada en el respeto, la acogida, la ayuda incondicional a quienes tienen menos posibilidades de triunfar... ayudando a los
más necesitados a salir de la exclusión en la que se ven
arrojados... mirándoles de forma positiva.
Cuando el cristiano
pone en juego todos estos valores, está revistiéndose de la «autoridad» que tuvo Jesús para expulsar a los demonios del poder.
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