LUNES
EVANGELIO
A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un
pueblo de Galilea que se llamaba Nazaret,
a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la
virgen se llamaba María. Entrando adonde estaba ella, el ángel le dijo:
-Alégrate, favorecida, el Señor está contigo.
Ella se turbó al oír estas palabras, preguntándose qué
saludo era aquél. El ángel le dijo:
-No temas, María, que Dios te ha concedido su favor.
Mira, vas a concebir en tu seno y a
dar a luz un hijo y le pondrás de nombre Jesús. Será grande, lo llamarán Hijo
del Altísimo y el Señor Dios le
dará el trono de David su antepasado; reinara para siempre en la casa de Jacob
y su reinado no tendrá fin.
María dijo al ángel: -¿Cómo sucederá eso, si no vivo
con un hombre?
El ángel le contestó:
-El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del
Altísimo te. cubrirá con su sombra; por eso
al que va a nacer lo llamarán "Consagrado" "Hijo de Dios" Y
mira, también tu
pariente Isabel, en su vejez, ha concebido un hijo; la
que decían que era estéril está ya
de seis meses, porque para Dios no hay nada imposible
Respondió María: Aquí está la sierva del Señor,
cúmplase en mi lo que has dicho.
Y el ángel la dejó.
Lucas 1, 26-31
COMENTARIO
La fiesta que hoy celebramos me resulta especialmente entrañable,
es decir, pertenece a la misma entraña de nuestra fe y de nosotros mismos.
Fiesta de la Anunciación del Señor a María. Fiesta de la Encarnación, prefiero
decir yo. Podríamos hacer un comentario desde la teología y desde la Biblia,
pero hoy me voy a permitir comentarlo desde la entraña. ¿Qué celebro yo cuando
celebro que Dios nos anuncia que va a hacerse uno de nosotros? Celebro:
• Que nada humano está fuera de Dios porque Dios, amando, decidió
asumirlo todo en sí mismo para salvarlo. Por eso, nada en nosotros ni en lo que
nos rodea es tan terrible o despreciable que no pueda formar parte de Dios, y
no esté habitado y animado por Él.
• Que el mayor poder de nuestro Dios es ser Dios-con-nosotros y
eso, lejos de empequeñecerle, le hace infinitamente grande y amable. Y así nos
invita a nosotros también a ser-con-los-demás, sin que nada pueda resultarnos
extraño ni ajeno. El Hijo ya lo conoce, lo ha vivido y va por delante de
nosotros, esperándonos.
• Que todavía queda alguien (¡al menos Dios!) que puestos a
elegir, prefiere la pobreza, la debilidad, la simplicidad de vida y desde ahí,
hace nuevas todas las cosas. Porque Cristo nos enriquece con su pobreza, que es
la fuerza mayor que tenemos, para que nosotros enriquezcamos al mundo desde la
pequeñez.
• Que Cristo nos salva diciendo aquí estoy para hacer tu voluntad,
y no ofreciendo sacrificios, ofrendas o grandilocuentes gestos expiatorios.
Debe ser que así quiere que nosotros colaboramos con el sueño de Dios que es
construir su Reino.
• Que merece la pena dejarse llenar de Dios, como María.
Especialmente cuando nos sentimos estériles, vacías, solas… porque ese vacío en
sus manos se hace increíblemente fecundo, espacio habitado por su Hijo. Por eso,
se puede desear ser como María y no querer ser una mujer sumisa y alejada del
mundo. Más bien, al contrario, parecerse a María es ser una mujer consciente,
que escucha la Palabra de Dios y tras dialogar con Él, pone toda la carne en el
asador para hacerla vida y Vida con mayúscula.
• Que la carne, lo corporal, lo humano, lo ambiguo, lo caduco, es
el quicio de entrada por el que Dios se pasea desde el inicio de los tiempos
para unirse a nosotros.
¡Qué alegría !!
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