VIERNES
Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
“¿Qué mandamiento es el primero de todos?”
Respondió Jesús: «El primero es: «Escucha, Israel, el Señor,
nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser».
El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
No hay mandamiento mayor que éstos».
El escriba replicó: “Muy bien, Maestro, tienes razón cuando
dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo
el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser y amar al prójimo como
a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No
estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Marcos 12, 28-34
COMENTARIO
Con sinceridad de corazón se atreve a preguntar al Maestro
qué mandamientos seguir para acceder al Reino. Jesús le resume todos los
mandamientos en una antigua ley del Deuteronomio (6, 4-5), que recalca el amor
a Dios con todo nuestro ser antes que ninguna otra cosa. Y luego toma otro
mandato antiguo, que aparece en el Levítico (19, 18), y ratifica el amor que se
debe dar al prójimo.
La gran originalidad de Jesús está en que une los dos
mandamientos, indicando que uno no se puede cumplir sin el otro. Sólo se puede
amar a Dios amando al prójimo. El escriba añade una cosa muy importante: «Amar
al prójimo como a uno mismo es más que todos los holocaustos y sacrificios»
Jesús termina reconociendo que también entre los escribas hay personas que
están muy cerca del Reino de Dios.
Aquellas comunidades de cristianos, a partir de la respuesta
de Jesús, entendieron que el amor a Dios no está puesto fuera de la esfera
humana. Es decir, amar a Dios sólo es posible amando al prójimo; y
el amor que se practique con Dios debe ser igual al
practicado con las demás personas.
Con esta forma de unir a Dios y al ser humano, Jesús abre un
panorama nuevo: Se sale de la práctica deshumanizada de la ley, para llegar a
lo importante: la humanización, el crecimiento profundo del
ser humano. Lo importante será el ser humano y no las leyes
que matan a las personas para rendir culto a un falso dios.
Ahora toca ponerle nombre a los falsos dioses que dictan las
normas de nuestra sociedad.
El evangelio de Marco sitúa al texto que leemos hoy en
el Templo de Jerusalén. En el Templo de Jerusalén
existía el llamo Pórtico de Salomón. Construcción magnífica. Las columnas de la
parte inferior medían 16 metros. Tenían
capiteles dorados y bellamente tallados. El Pórtico de Salomón era el lugar donde habitualmente se reunían rabinos y
escribas para comentar y debatir pasajes de la Ley de Dios y su correspondiente interpretación. Jesús
acudirá frecuentemente al Templo y, en este lugar concreto, discutirá con
rabinos, escribas y fariseos.
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