martes, 3 de enero de 2012

EL EVANGELIO DE HOY



MARTES,  3 de enero
EVANGELIO
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: «Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo». Yo no lo conocía pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifes- tado a Israel”. Y Juan dio testimonio diciendo: “He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: «Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo» Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”.


COMENTARIO

Cuando celebramos la eucaristía, poco antes de la comunión, exclamamos por tres veces: “Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo...”. Tal vez nunca o casi nunca nos hemos detenido a reflexionar el contenido de ésta extraña expresión: llamamos “cordero de Dios” a Jesucristo y le atribuimos la capacidad de quitar “el pecado del mundo”...
El pueblo de Israel estaba familiarizado con imágenes de cabritos y corderos rituales: En el tiempo en el que era nómada, existía el ritual del «cabrito expiatorio»; un cabrito al que se cargaba simbólicamente con todos los pecados del clan, para luego abandonarlo por el desierto con la esperanza de que con él, desaparecieran los peca- dos y defectos.
En el templo de Jerusalén se sacrificaban (degollaban) diariamente dos corderos en el sacrificio de la tarde. Estos dos corderos eran inmolados para expiar y borrar los pecados del pueblo de Israel. También existía el cordero pascual, al que se sacrificaba y comía en cena ritual duran- te la noche de Pascua.
Es probable que los primeros cristianos, al equiparar a Jesús con el «Cordero de Dios», estén pensando en un texto de Isaías 53,7 en el que se habla del Mesías como Siervo de Yahvé. Este «Siervo de Yahvé» llevará los pecados de su pueblo, sufrirá con sus gentes, asumirá los defectos de los suyos... y será llevado al matadero, como un cordero, sin abrir la boca. Valiéndose de la imagen del Siervo de Yahvé, las primeras comunidades cristianas expresan quién es Jesús para ellas. ha comenzado Jesús su ministerio y ya el profeta Juan Bautista anuncia que Jesús de Nazareth será entregado como un cordero inocente para librarnos de nuestros pecados. La fe cristiana recurre a esta imagen para expresar la misericordia de nuestro Dios, sencillo y cercano a las personas. La expresión «Cordero de Dios» nos recuerda aquellas palabras pronunciadas por Jesús: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón»

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