martes, 31 de enero de 2012

EL EVANGELIO DEL 31 DE ENERO

MARTES



EVANGELIO


En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.»
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?»
Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo.
Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?»
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos.
Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).


La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Marcos 5, 21-43

COMENTARIO
La tradición de la Iglesia siempre ha visto en este texto una vinculación entre la mujer que tiene flujos de sangre y la niña que muere a temprana edad. Ambas, en situación  de “dar vida” o de “dar la vida”, se les escapa la vida (la sangres es signo de vida para un judío).
Es Jesús, quien encontrándose con ellas, les “rehabilita” para la tarea de engendrar cada día la vida.
Pero fijémonos hoy en otra actitud maravillosa en este texto. La mujer enferma, desde su “marginalidad y sencillez” se acerca a Jesús. El jefe de la sinagoga, “desde su importancia”, se acerca a Jesús
En los dos casos Marcos nos dice que la situación es desesperada. Y la FE hace el milagro. Nosotros tendemos a acercarnos a Jesús con un cierto orgullo de "buenos". Entonces no sentimos ni percibimos sus dones. 
¿Desde dónde me acerco yo al misterio de Dios?

CURIOSIDADES
Legislación judía sobre las pérdidas de sangre en la mujer
“Cuando una mujer tenga hemorragias frecuentes fuera o después de la menstruación quedará impura, como en la menstruación, mientas le duren las hemorragias. La cama en que se acueste mientras le duren las hemorragias quedará impura, lo mismo que en la menstruación. El asiento en que se sienta quedará impuro, como en la menstruación. El que los toque quedará impuro, lavará sus vestidos, se bañará y quedará impuro hasta la tarde. (Levítico 14, 25-27)



1 comentario:

  1. Al hilo un poco del evangelio de hoy, creo que lo que nos ocurre es que tenemos problemas de cercanía, vivimos un poco distantes, a veces no conocemos ni a nuestros vecinos. Unas veces por timidez, otras por miedo a ser rechazados, otras por altanería… pienso que es necesario vencer esas barreras o límites que nosotros mismos nos ponemos y atrevernos, no sólo a acercarnos " al otro " sino a… " tocarlo" y dejarnos " tocar ".
    Sentir el calor. Si tenemos FE las respuestas pueden llegar a ser sorprendentes !!

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