EVANGELIO
Se
acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: “Si quieres, puedes
limpiarme”.
Sintiendo
lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero: queda limpio”. La lepra
se le quitó inmediatamente y quedó limpio.
Jesús
lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que
conste,
ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés».
Pero,
cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo
que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera,
en descampado, y aun así acudían a él de todas partes.
COMENTARIO
El
texto relata la curación de un leproso. El enfermo de la lepra, según la
legislación del Antiguo Testamento, se encontraba imposibilitado de participar
en la vida de sus semejantes. Se trata de un israelita excluido de la vida de
sus compatriotas sanos. Jesús, movido a compasión, se aparta de las
prescripciones legales de la ley judía y cura al enfermo, devolviéndole la
posibilidad de reintegrarse de forma plena en la vida del pueblo. Cuando las
primeras comunidades cristianas presentan los milagros, no ponen el acento en
lo maravilloso y sobrenatural, sino en otros elementos teológicos. Los milagros
son fundamentalmente «signos» del amor misericordioso de Dios en medio de su
pueblo.
Pero
permitidme que ponga la mirada sobre la respuesta de Jesús a la afirmación del
leproso. Afirma el leproso -"si quieres, puedes limpiarme"-, responde
Jesús, -"quiero, queda limpio". He recordado en este diálogo las
veces que nosotros acabamos nuestra petición de deseos diciendo la típica frase
-"si Dios quiere"-. Siempre me he preguntado, ¿puede Dios "no
querer"?, ¿puede Dios ...pudiendo... no querer? ¿Podría yo creer en un
Dios que "no quisiera? Por eso, esa expresión...- si Dios quiere-... o su
expresión más dubitativa aún
...-"si Dios quisiera"...-es la más clara expresión de un ateísmo
larvado y de un agnosticismo confeso
Dios "quiere y puede". Nos toca
a nosotros hacer un ejercicio continuo de lectura atenta la realidad para ir
desentrañando, desde ella, el querer de Dios, los signos de Dios en esta
historia nuestra, tan ambigua, tan contradictoria en ocasiones. Una historia
trabada de gloria y de cruz, ...como Cristo, que fue trenzando su vida con
momentos de "gloria y de cruz".
Y ALGUNA CURIOSIDAD
La enfermedad de lepra en tiempos de Jesús
La
medicina se ha interesado por la lepra que menciona la Biblia. Tras múltiples
investigaciones se ha llegado a la conclusión de que no se trata de la lepra
que conocemos actualmente. Los relatos bíblicos se refieren a una enfermedad de
la piel que comenzaba con manchas rojas para terminar en escamas blancuzcas. Es
lo que actualmente se denomina «psoriasis vulgaris».
No
era contagiosa, y al enfermo no se le apartaba porque pudiera contagiar, sino
porque esta enfermedad era considerada como una impureza religiosa. Por ello el
enfermo, vestido de harapos, con la cabeza descubierta y la cara embozada, debía
tocar una campanilla y gritar a todos: ¡Soy impuro! Habitaban en cuevas
cercanas a las poblaciones. Curar la lepra era también devolver al individuo
marginado su dignidad personal y social.
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