domingo, 4 de octubre de 2020

EVANGELIO DEL DOMINGO 4 DE OCTUBRE. SEMANA XVII DEL TIEMPO ORDINARIO



EVANGELIO
“En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, 
la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: Tendrán respeto a mi hijo. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia. Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?
Le contestaron: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos. Y Jesús les dice: ¿No habéis leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos. Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta”.

Mateo   21, 33-43

COMENTARIO

Jesús siempre estuvo en entredicho ante la institucionalidad judía, y una manera de resolver este problema era eliminarlo. En la parábola, Jesús es el hijo, y los labradores los sacerdotes y responsables del judaísmo de la época. Ellos son los que matan al hijo. Pero Jesús, en su propio terreno, les dice que el Reino nunca será suyo.

 

Encontrar una actualización de este texto para hoy es complicado. Podemos encontrar un parecido en una realidad que cunde mucho en muchas praxis religiosas de nuestro tiempo. Quizás nos hemos ido acostumbrando poco a poco a un vivir una religión cristiana sin Jesús, sin su evangelio y sin su mensaje. Eliminar a Jesús de la religión cristiana convierte al cristianismo en un "hecho social" y lo aleja de ser un "hecho de fe".

 

Al “heredero”, a Jesús,  se le mata cuando “ridiculizamos” culturalmente el “hecho religioso”, o cuando herimos la sensibilidad de un modo arbitrario y sin más ánimo que conseguir la humillación socarrona de lo que rodea a la dimensión religiosa del ser humano. A mi juicio el “hecho religioso” es discutible y hay que discutirlo, pero con el mismo respeto con el que se habla de otras maneras de entender la vida y buscarle sentido.

 

Y al heredero también lo matamos “desde dentro” de la institucionalidad eclesiástica. Los propios cristianos convertimos en culturalmente ridículo nuestra “producto” religioso. 

 

Hay mucha indecencia dentro de nuestros propios templos: indecencia que proviene del tratamiento económico que damos a lo cultual, indecencia que viene de la idolatrización a la que sometemos a nuestras imágenes de lo sagrado, indecencia que rodea a determinadas prácticas sacramentales o para-sacramentales, indecencia manifestada en la puesta en escena de muchos nuestros ceremoniales religiosos…. 

 

Evidentemente no quiero decir que todo lo que se refiere a estas cuestiones sea así. Ni mucho menos. Pero hemos de ser muy críticos y muy cuidadosos con  la “dimensión religiosa”, no sea que acabemos  matando “al heredero” desde dentro de nuestra viña, convirtiéndolo en baldío bancal.

 

Como decía aquel, aunque la verdad tiene la fuerza de la evidencia, los seres humanos también somos expertos en re-matarla.

 

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